miércoles, 5 de abril de 2017

Símbolos Exteriores del Templo de Santiago




El Templo de Santiago fue dedicado en 1983, siendo el segundo templo en Sudamérica y primero de habla hispana. Su año de construcción está dentro del periodo en que los templos no llevaban símbolos exteriores[i], como los lleva el templo de Lago Salado, Nauvoo, y otros.

Pese a carecer de los símbolos como estrellas, soles y otros cuerpos celestes, el Templo de Santiago posee, como la mayoría de los templos, símbolos inherentes que pueden conducirnos a una experiencia profunda de meditación con sólo recorrer sus alrededores y contemplar su estructura. Lo siguiente es una brevísima descripción de los símbolos exteriores del templo de Santiago, que me ayudan a reflexionar y dirigir mis pensamientos hacia lo sagrado.

Moroni: Sabido es que no todos los templos llevan una estatua del ángel Moroni en su cúspide, tampoco forma parte de los elementos que conformaban los templos antiguos, sin embargo conduce nuestros pensamientos hacia el inicio de la restauración, cuando Moroni le anuncia a José Smith de la existencia del registro nefita, aunque hay quienes lo consideran un recordatorio de todos quienes de forma angelical ayudaron en la restauración (DyC 128:20),  también nos impulsa a pensar en el futuro, debido a que una de las escrituras que inspiró a la elaboración del primer Moroni está en Apocalipsis 14:6 “Y vi a otro ángel volar por en medio del cielo, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los que moran en la tierra, y a toda nación, y tribu, y lengua y pueblo”. Las ordenanzas salvadoras que administran los Templos deben ser ofrecidas a todos los fieles que acepten el evangelio, esto ha significado la gran labor de construcción de templos en todo el mundo. Su cubierta de oro indica el carácter incorruptible del mensaje de la restauración así como de esta obra, evoca la idea de permanencia, usado por los faraones en la antigüedad, señalando que el evangelio restaurado permanecerá inmaculado hasta la venida del Señor y durante Su reinado. El oro representa lo puro, incorruptible y precioso. El Tabernáculo contenía elementos de oro como el candelabro, los querubines y el arca.[ii]

 Jardines y huertos: Los Templos representan nuestro retorno al Jardín de Edén después de vivir en la tierra sin gozar de la presencia de Dios producto de nuestra desobediencia. El Jardín de Edén permitía el encuentro del hombre con Dios de forma natural. Fue en este jardín donde Adán y Eva recibieron las primeras ordenanzas que hoy se entregan y administran en los Templos. Las flores y los jardines también evocan los tres principales jardines en la historia sagrada: el Jardín de Edén (Creación), el jardín de Getsemaní (Expiación), y el jardín del huerto del sepulcro (Resurrección)[iii]. Como lo declara uno de nuestros Artículos de Fe, cuando Cristo reine sobre la tierra esta llegará a ser como lo fue en el Jardín de Edén. El Señor indica que los justos serán como “huerto de riego” (Isaías 58:11).

Blancura: no todos los templos están pintados de blanco, pero claramente no es un color casual, no sentiríamos lo mismo si estuviese pintado de un color inapropiado. El blanco nos hace pensar en nuestra propia blancura interior que debe coincidir con la del templo, nuestra dignidad personal la relacionamos a este color y a la ropa que llevaremos en su interior. El blanco está asociado a los conceptos de pureza, justicia, santidad, inocencia, luz y revelación[iv]. Gracias a la expiación de Cristo Isaías ha declarado “aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isaías 1:18).

Forma de montaña: menos obvio pero igual de relevante, es observar al templo de frente y ver que va en crecimiento desde los costados hacia el centro, de la forma en que lo hacen las montañas. La cima de los montes fueron utilizadas en la antigüedad por los profetas como un lugar sagrado para comunicarse con Dios. En ellos Moisés, el Hermano de Jared, Nefi, y muchos otros lograron estar en la presencia del Señor y recibir sus instrucciones. Los profetas en la antigüedad vieron esta asociación entre Monte y Templo, Isaías llamó al Templo “monte de la casa de Jehová” (Isaías 2:2); Jeremías lo llamó “monte santo” (Jeremías 31:23); el salmista se refirió al Templo como “monte de Jehová” (Salmos 24:3). Jesús escogió montes para ocasiones sagradas, como para Su transfiguración y lo ocurrido en el Monte de Los Olivos. Las montañas eran vistas como el lugar más alto de la tierra, el más cercano a los cielos, el lugar de reunión entre lo terrenal y lo celestial.

La Puerta: Las grandes puertas de madera en el centro del templo nos recuerdan las palabras del Salvador “Yo soy la puerta de las ovejas, …Yo soy la puerta; el que por mí entrare será salvo; y entrará, y saldrá y hallará pastos.” (Juan 10:7). En el Libro de Mormón se nos enseña que “el guardián de la puerta es el Santo de Israel; y allí él no emplea ningún sirviente, y no hay otra entrada sino por la puerta; porque él no puede ser engañado, pues su nombre es el Señor Dios (2 Nefi 9:41). El lugar sagrado en que Jacob tuvo la gloriosa visión en que vio a ser celestiales subir y bajar del cielo, lo nombró Casa de Dios y Puerta del Cielo (Génesis 28:17). El Presidente Lorenzo Snow utilizó este símbolo en la dedicación del Templo de Manti, esperando de que este Templo sirviera “como una de las puertas del cielo, abriendo el estrecho y angosto camino que conduce a las vidas sin fin y dominio eterno”[v].

Piedra Angular: Simbólicamente son cuatro las piedras angulares, siendo la principal la colocada en la esquina sur-este, conteniendo una cápsula del tiempo que contiene elementos de la época de la dedicación. El motivo de que la principal piedra angular fuese colocada en la esquina sudeste es porque en el hemisferio norte, es la esquina que recibe primero los rayos de luz del sol, indicando que la Primera Presidencia tiene el derecho de recibir revelación, luz divina e instrucción de lo alto, representando a Jesucristo como fuente de luz. El Apóstol Pablo describió a Jesucristo como la “principal piedra del ángulo” (Efesios 2:20), señalando al Salvador como la base fundamental sobre quien descansa el evangelio y el Reino de Dios en la tierra. El Presidente Gordon B. Hinkley dijo que “la primera o principal piedra angular es el Señor Jesucristo, cuyo nombre la Iglesia lleva. La segunda es la visión en que el Padre y el Hijo aparecieron al Profeta José Smith. Incluida en esta piedra angular estaría la roca de la revelación mencionada cuando el Señor le dijo a Pedro ‘sobre esta roca (la roca de la revelación) edificaré mi iglesia’. La tercera piedra angular es El Libro de Mormón. ‘Contiene lo que ha sido descrito como el quinto evangelio’. Por su puesto las escrituras que acompañan este libro son la Biblia, Doctrina y Convenio, y la Perla de Gran Precio. La cuarta piedra angular es la restauración del poder y autoridad del sacerdocio, lo cual está edificado sobre apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo.[vi]

El círculo y el cuadrado: En el ventanal que da hacia el norte se encuentran detalles de un círculo contenido en un cuadrado. Este símbolo se encuentra en muchos templos de la Iglesia, llegando a ser uno de los más frecuentes, encontrándose en otros templos en sus muros, rejas, aún hasta en su forma vista desde arriba, como el Templo de Provo. Estas dos figuras geométricas nos hacen pensar en las herramientas utilizadas para su formación. Además el círculo representa algo sin comienzo ni final, lo eterno, en la antigüedad era visto como la bóveda celestial que contiene las estrellas. El cuadrado representa lo terrenal, los cuatro puntos cardinales, lo temporal[vii]. Estas dos figuras unidas equivalen a la unión del cielo con la tierra, lo divino y lo terrenal, lo temporal y lo espiritual, reyes y sacerdotes, semejante a lo comentado sobre las montañas, el lugar de comunión entre Dios y los hombres, como lo fue el Jardín de Edén. Esta unión entre lo celestial y nuestro mundo se establece por convenios.  

Santidad al Señor La Casa del Señor: La primera parte nos indica la separación entre lo santo y lo profano, nos invita a elegir dónde queremos estar y a realizar una introspección para reconocer si nuestro corazón y conducta están en armonía para visitar el Templo. Esta Frase como “Santidad a Jehová” fu escrita sobre una placa de oro en la mitra del sumo sacerdote cuando fue construido el tabernáculo (Éxodo 28:36), invitándonos a pensar en la corona prometida a los fieles (D&C 109:76). El Salmista nos recuerda la condición de pureza requerida para entrar en el Templo, “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón, el que no ha elevado su alma a la vanidad ni jurado con engaño” (Salmos 24:3-4). La frase La Casa del Señor nos indica quien es su dueño o para quien fue construida. El Señor demostró su celo sobre el Templo señalando claramente que es una Santa Casa, Él la llamó ‘La Casa de Su Padre’ (Juan 2:16).

 Roberto Vinett H.



[i] Después de 1990 los Templos volvieron a incluir símbolos en su exterior. The Day Star, Val Brinkerhoff p.46
[ii] Joseph Fielding McConkie & Donald W. Parry, A Guide to Scriptural Symbols
[iii] Joseph Fielding McConkie, Gospel Symbolism p. 260
[iv] Alonzo Gaskill, The Lost Language of Symbolism  p.
[v] Millenial Star, vol. 50, n 25, 18 junio 1888, 389; citado en The Gate of Heaven, Matthew B Brown p. 249
[vi] Ensign Noviembre 1894, p. 50-52
[vii] Hugh Nibley, Temple and Cosmos p. 139

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