viernes, 19 de agosto de 2011

Un Símbolo Perdido en el Salón Celestial

Figura en el Salón Celestial del Templo de Salt Lake
Muchas veces hablamos de los símbolos exteriores del Templo de Lago Salado, sin embargo en su interior hay símbolos muy interesantes que han sido mostrados al público por medio de fotografías. Una de las figuras que resulta muy enigmática, es una Venus saliendo de una concha con una flor. Es altamente curioso debido a que no se repite en otros templos, y no es un símbolo utilizado permanentemente por los miembros de la Iglesia mormona en algún lugar del mundo.
Esta figura se encuentra en el Salón Celestial, sobre el velo. Sería más curioso aun que fuese solamente decorativa, careciendo de significado, debido a que los símbolos y emblemas, fuera y dentro del Templo, fueron elegidos cuidadosamente, no fueron dejados al azar.
En la parte exterior del Templo de Lago Salado también se encuentra el símbolo de la concha marina en las manillas de las puertas. Aunque muy pequeñas contienen el mismo significado.
En varias sepulturas cristianas de principios de era se encontraron relieves de conchas, que según Udo Becker “representa la sepultura de la que renacerá el ser humano en el juicio. La concha también representó el Santo Sepulcro y la Resurrección” (Udo Becker, Enciclopedia de los Símbolos, p.112)
La concha es un símbolo de agua y conlleva la idea de purificación y santidad. “La concha es el símbolo de Cristo en general, más allá de la relación con los otros santos, por el bautismo, que es uno de los sacramentos de la Iglesia Romana. Hay muchas representaciones de Cristo en la escena del bautismo, en que san Juan Bautista le echa agua del río Jordán sobre la cabeza con una concha, por ejemplo en Verrocchio, donde Leonardo pintó el ángel que está presente.” (Jorge Alberto Manrique, Venus y Baco en el Barroco Mexicano UNAM. México)
Nacimiento de Venus - Boticelli
La mujer ha sido siempre relacionada con Venus, así como una de las pinturas más famosas de Boticelli. Es imposible no ver una relación entre esta obra de Boticelli y la escultura en el Salón Celestial. Por tanto cabe preguntarse qué relación hay entre Venus y Jesucristo. Una de las relaciones más importantes que podemos hallar entre ambos es con el planeta Venus, el cual fue identificado antiguamente con la estrella matutina, una de las primeras estrellas en dar luz. Por miles de años hasta hoy mantiene ese nombre. En el Libro de Apocalipsis, nuestro Señor Jesucristo se identificó a sí mismo como la estrella resplandeciente de la mañana: “Yo, Jesús, he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana. (Apoc. 22:16)
Bien podríamos concluir que un emblema que representa pureza, renacer, resurrección y al Señor mismo, se encuentre sobre las cabezas de quienes ingresan simbólicamente a la presencia del Señor.

Ver:
Detalles en las puertas del Templo de Salt Lake
Estrellas Invertidas en Templos SUD

El Templo de Jerusalén como modelo de la Creación



El siguiente es un extracto de las relaciones que hace M. Barker entre la creación y el templo de Jerusalén. El tema se encuentra desarrollado en su libro The Great High Priest (Londrés: T&T Clark, 2003), pero se halla sumarizado en el artículo "The Great High Priest" que la autora leyó en Brigham Young University el 9 de Mayo del 2003. Para el desarrollo de las fuentes y los detalles es necesario ir a sus libros. Traducido por Tomás García-Huidobro

El modelo del Tabérnaculo seguido por Moisés, y la consecuente construcción del Templo de Jerusalén, tienen como correspondencia con los seis días de la creación. El primer día corresponde al santo de los santos, y como tal se encuentra fuera del tiempo y la materia, y escondido a los ojos humanos. Sólo el sumo sacerdote tenía acceso puesto que sólo él tenía directo contacto con lo eterno y con los secretos correspondientes. El libro del Génesis comienza su relato de la creación no como el primer día, sino como el día uno (Yom ´echad), lo que posteriormente la tradición recordaría como el tiempo de la unidad, cuando Dios era uno con la creación. Este tiempo se caracterizaba por la indivisibilidad, esa unidad que está subyacente todavía en la creación temporal de acuerdo, por ejemplo, al Evangelio de Tomás. También en textos neotestamentarios vemos las mismas ideas. En la oración de Jesús del Evangelio de Juan, también conocida como la gran oración sacerdotal, Jesús habla reiteradamente de la unidad que ha conservado con el Padre desde antes que el mundo fuera hecho (Jn 17,5). Jesus reza en los mismos términos respecto a la unidad de sus discípulos como condición para que el mundo pueda creer que ha sido enviado (desde el santo de los santos) por el Padre (Jn 1 7,21). Es el sumo sacerdote, en este caso Jesús, que superando la división propia de los elementos creados viene a reunificar todo en el Padre. Con otro lenguaje Col 1,15-17. 20 y Ef 1,10 nos hablan de lo mismo, la unidad de toda la creación en Cristo. El mismo Pablo describe el proceso redentor cósmico en términos de la unidad en Dios a través de Cristo (1 Cor 1 5,28). En este tiempo pristino se realiza la primera actividad creadora de Dios, los ángeles. Aunque nada de eso se menciona en el Génesis, ecos de esta tradición se encuentra en Jobcuando Dios le pregunta: ¿Dónde estabas tú cuando yo puse los fundamentos de la tierra, cuando las estrellas de la mañana cantaban juntas y los hijos de Dios exclamaban de felicidad? (Job 38:4–7). Y es que Job sabía que los ángeles estaban presentes antes que se manifestara la creación visible porque los ángeles eran los hijos de Dios, parte del santo de los santos. Lo mismo nos dice Isaías con su famosa visión del trono de Dios rodeado de ángeles (Is 6) en el santo de los santos. El libro de los jubileos, una antigua versión alternativa del relato de la creación del Génesis, nos narra como fueron creados los ángeles en el día uno. Genesis 1 nada nos dice al respecto, mencionando sólo cómo esta unidad primordial resultó dividida. En el principio representa al santo de los santos en el Templo desde donde la creación fue originada, y no tanto a una indicación temporal. Sólo al sumo sacerdote le es permitido de entre los hombres entrar en el santo de los santos, lo mismo que sólo al Señor de entre los ángeles le es permitido entrar en lo más sagrado del templo celestial. Algo similar atestigua el 1Enoc donde se nos dice que sólo este héroe, al modo de un sumo sacerdote, fue capaz de estar delante del rostro del Santísimo. También en Ap. 22,3-4 vemos el Trono de Dios y al cordero, junto con sus siervos que lo adoran, ellos verán su rostro y su nombre estará en su frente. Aquí no se distingue de quién es el rostro o el nombre, de Dios o del Cordero, lo que implicaría la unidad de ambos en el santo de los santos. Lo mismo en Ap. 11,15 donde se habla del Reino de nuestro Señor y de su Cristo, y él va a reinar eternamente. El rey ha sido engendrado en la gloria de los santos, en medio de los ángeles en el santo de los santos. Su nacimiento como hijo divino ha sido en su resurrección, al modo de Melquizedek, cuando el cordero ha sido elevado al Trono y ha sido entronizado, uniéndose con el que está sentado sobre el Trono (Ap. 5,6) mientras los ángeles cantan al modo de Is 9,6.

El segundo día de la creación corresponde al velo que separaba al santo de los santos y que dividía el tabernáculo. El velo como cortina que separa la Gloria de la realidad material creada era una tradición conocida, por ejemplo, en Job 26,9 Este inmenso velo estaba hecho de colores rojo, azul, púrpura, y blanco. De acuerdo a Filón de Alejandria y Josefo, cada uno de estos colores representaba un elemento básico de la creación: el rojo, el fuego; el azul, el aire; el púrpura, el mar, y el blanco la tierra. .(War 5:212-3; Ant. 3:138-4; Quaesliones in Exodum 2:85, cf. Mos. 2:88). Tanto Filón como Josefo consideraban a la lámpara de siete brazos como símbolos de los planetas (Mos. 2:103; B.J. 5:146, 217). Ambos consideraban los vestidos del sumo sacerdote como una metáfora del cosmos (Mos. 2:117-126, 133-135, 143; Ant. 3:180, 183-7).

Los restantes cuatro etapas en la creación del mundo visible corresponden desde eltercer al sexto día. En ese sentido, tanto el gran hall del templo, como el menorah y la mesa del pan consagrado, representaban la creación visible.

Existiría una correspondencia literaria entre Gn 1 y Ex 25-31 conocida por el Ben Sira para explicar la relación entre la creación, el Templo, el sacerodcio y la sabiduría en Sirac 24 y 50,29. El Templo de Leontopolis en la primera mitad del II a.c. sería contemporaneo a la obra de Sirac, lo que es un dato interesante por cuanto este templo se entendía como modelo del cosmos renovado.
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